con permiso
El Ibex pide más Europa y el Gobierno ofrece más China
Banca, inmobiliarias, constructoras ¡y hasta Telefónica! invocan estos días el nombre de Europa como vía para exorcizar sus males corporativos. Sin embargo, la hoja de ruta de Sánchez no incluye parada en Bruselas, sino en China, a riesgo de «cortarse el pescuezo», en palabras del jefe del Tesoro de Estados Unidos. Aranceles morales ya no quedan
El plan de 'los Sánchez': asaltar las fundaciones para controlar con 'guante de seda' el Ibex

Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos y peso pesado en la Administración norteamericana, no ha podido ser más claro en su mensaje al Gobierno de España: «Acercarse a China es cortarse el cuello». Unas horas después de tan rotunda advertencia congelaba los ... aranceles para todo el mundo excepto para el gigante asiático, una dictadura perfecta que ha recorrido el camino desde el autoritarismo a la autocracia para intentar ser una hegemonía global alternativa a los norteamericanos.
Al mismo tiempo que retumbaban las palabras de Bessent, el presidente Pedro Sánchez, de visita previa a la china en Vietnam, rendía tributo al exlíder comunista y dictador Ho Chi Minh en su mausoleo, curiosa filia teniendo en cuenta su fobia a otros mausoleos más cercanos como el de Franco.
La gira asiática iniciada en el país vietnamita, en concreto en Hanói, es consecuencia de la acción del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y su pasión por los negocios chinos, vertiente tecnológica y telecomunicaciones, y compromete al conjunto del tejido corporativo patrio, pero muy especialmente a las compañías estratégicas, cuyo negocio se iría por el sumidero con un simple veto de Estados Unidos.
¿Se imaginan el sector de defensa sin acceso a las patentes norteamericanas? O, de mayor calado todavía, ¿alguien concibe la gestión de la seguridad nacional sin el apoyo de los servicios de seguridad estadounidense y su información compartida? Una, que prefiere ser 'biempensante', ni se plantea lo que podría pasar si el Tío Sam da rienda suelta a sus archivos clasificados de Pegasus, que monitoriza con los servicios secretos de su fiel aliado el Gobierno de Israel.
Europa es el futuro, pero Sánchez se ha pasado de frenada y ha terminado en China, lo que ha cogido con el pie cambiado al grueso de las compañías del Ibex y muy concretamente a alguno de sus presuntos afines como la 'semipública' Telefónica. «Europa, Europa y Europa» clamaba el pasado jueves ante sus accionistas el presidente de la operadora, Marc Murtra. Xi Jinping (presidente de la República Popular China), decía Sánchez. ¿A setas o a rolex?, que diría alguno. De momento, es su tercer encuentro en apenas dos años, convirtiendo al presidente español en un interlocutor privilegiado con el máximo mandatario chino. Un arriesgado movimiento que coloca a España en primera línea de la confrontación entre las dos superpotencias mundiales sin aportar beneficios reseñables a corto plazo.
Mientras, la banca se refugia en el Banco Central Europeo (BCE) para crear entidades más grandes; inmobiliarias, constructoras y energéticas se acercan a Bruselas para implorar el favor de consolidaciones que les aporten masa muscular para operar a nivel global; empresas de telecomunicaciones como Telefónica siguen con esa cantinela de la desregulación, discurso que empezó el anterior presidente, José María Álvarez-Pallete, con más pena que gloria hace ocho años en aquella sede que ahora llaman, por los pasillos de Distrito, la Telefónica verdadera.
¿Qué decir del sector de defensa? No sería nada sin Europa y mucho menos sin Estados Unidos. Pero contra el vicio de pedir, Moncloa aplica la virtud de no dar. Ante el grito europeo, Sánchez sale con el quebranto chino. Es de primero de manual de resistencia.
No obstante, conviene tener bien claro que en esto de ver el mundo desde la óptica europea también hay truco. Si Bruselas abriera la mano y facilitara la creación de grandes colosos transnacionales, para muchos España aún dista de estar en la 'Superliga', que para esos muchos también quedaría para Alemania, Francia y puede que Italia. Así pues, aquellos mismos que con la boca pequeña piden operaciones corporativas transfronterizas saben que todavía sobreviven a la voracidad de otros países gracias a un doble factor: la propia burocracia europea, que hace imposible cualquier acercamiento, y el escudo antiopas que precisamente el Gobierno español lleva a gala mantener activo desde la pandemia.
Por eso conviene no venirse demasiado arriba y repensar muy mucho, que no cuesta nada, lo que se dice antes de decirlo, que quizás algún ejecutivo en Berlín, París o Ámsterdam estén perplejos leyendo algunos titulares que bien parecen dirigidos únicamente a inflar la expectativa y la acción.
Y en este mundo de contradicciones e incertidumbres, ahora resulta que el líder del principal partido de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, le ha cogido el gusto también a Bruselas, donde el Partido Popular europeo manda y donde, aunque no lo parezca, cuenta con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, entre sus filas.
Núñez Feijóo le ha tomado el pulso a Sánchez y le ha sacado de su casilla europea. Desde ahí sí que puede mover cosas y aprovechar la potencia autonómica que tiene en España para mostrar a los aliados atlánticos que España no empieza en las correrías del exministro José Luis Ábalos ni termina en las zascandilerías de Rodríguez Zapatero y sus huestes, que mantienen el firme objetivo de empotrarse en las fundaciones empresariales y en los consejos del Ibex. Todo lo demás son cuentos chinos.
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